Nadie nos enseña a manejar nuestro dinero
Por Matías Fonte-Padilla
En estas fechas de navidades nos olvidamos de lo que nos cuesta ganar nuestro dinero, y lo utilizamos sin control para satisfacer nuestras necesidades afectivas y familiares. Así, aunque el resto del año lo hayamos pasado mal económicamente, hacemos un esfuerzo y nos gastamos en estas fechas lo que deberíamos guardar para las necesidades de enero. Y eso es independiente de nuestro nivel adquisitivo, o de nuestra solvencia económica, en Navidad derrochamos sin control. Y todo porque queremos ofrecer lo mejor a los nuestros, porque consideramos que nos lo merecemos todo.
Esta forma de proceder, año tras año, es muy peligrosa. Pero ante todo debemos pensar que es solo la consecuencia de nuestra idiosincrasia a la hora de manejar el dinero. No sabemos controlar el efectivo, lo que nos hace extremadamente vulnerables a los gastos, por lo que estamos siempre cerca de la delgada línea roja que separa la deuda del impago. En navidades traspasamos esa línea y nos convertimos en malos pagadores, pero aparentemente no ocurre nada, porque una vez pasada la famosa “cuesta de enero”, nuestros ingresos anuales nos permiten pagar las deudas generadas durante Navidad. Y así hasta el siguiente diciembre.
Nadie nos enseña a manejar nuestro dinero. Nos familiarizamos con él desde que somos pequeños, y ya de mayores nos encontramos con una nómina que nos ingresan en nuestra cuenta. Y nos da un vuelco al corazón. ¡Qué vamos a hacer con tanto dinero! Pronto descubrimos que independientemente de lo que ganemos, no logramos pagar todos nuestros gastos. Y esto no tiene que ver con la cantidad que nos entra, sino con nuestra propia educación financiera, que no existe. Pronto aprendemos que para poder progresar nos debemos meter en deudas a corto y largo plazo, y que además las vamos pagando. Eso hace que fácilmente nos endeudemos, y caigamos continuamente en compras que superan nuestro poder adquisitivo. Las entidades financieras y los comercios nos ofrecen continuamente formas de endeudarnos Y así vivimos de por vida, superando nuestros gastos a nuestros ingresos. Por lo tanto nunca alcanzamos nuestra libertad financiera.
Y con estas enseñanzas y forma de vivir nos adentramos a emprender y montar nuestro propio negocio. Resultado: un desastre financiero, porque la única forma que conocemos de avanzar es apoyándonos en la deuda. Y por eso muchas empresas, nuevas o consolidadas, terminan arruinándose.
Cualquier imprevisto financiero lleva la ausencia de efectivo primero, el bloqueo económico después, y a la quiebra y cierre al final. Pero no es el fina, porque esas deudas perseguirán al empresario de por vida.
A pesar de no saber manejar el dinero se crean empresas solventes en España. A pesar de dejarnos manejar financieramente por bancos y otras empresas, muchos negocios logran tener éxito, por lo menos durante un tiempo. Por supuesto que para esto ocurra los ingresos han superado con creces los gastos, y aunque se administren mal, da tanto dinero que no importan las pérdidas por mala gestión. Sólo con un buen aprendizaje financiero, y un buen asesoramiento fiscal, puede un emprendedor sacar verdadero rendimiento a ese bien intangible que es el papel moneda.
La primera lección que hay que aprender con respecto al dinero es que nunca puede ser un fin en sí mismo. Es dinero no es nada, y si un emprendedor quiere montar un negocio pensando en ganar mucho dinero, lo más probable es que fracasa. Hay que aprender que el dinero es sólo lo que podamos hacer con él, que no existe materialmente. Una cantidad en concreto, 1000 € por ejemplo, tendrán el valor de lo que hagamos con ellos, podemos gastárnoslos en una noche de hotel o pagar el colegio de nuestros hijos, en un abono de fútbol o en el arreglo dental que tanto necesitamos. La importancia del dinero es por tanto relativa. Por eso cuando no tenemos nada, tener un solo billete en el bolsillo nos hace sentir bien y lo valoramos mucho, pero cuando tenemos muchos billetes, uno sólo no nos parece importante y lo derrochamos.
La segunda lección que debemos aprender es que no tiene el mismo valor el dinero que ingresamos que el dinero que pagamos. La misma cantidad de euros, cuando la ingresamos, en realidad está dividida en todos los gastos que hemos generado para obtener ese dinero, de forma que le tenemos que descontar los gastos proporcionales de Hacienda, Seguridad Social, impuestos municipales, prevención de riesgos, gastos fijos, gastos de personal, gastos de transporte, etc… etc… ¿Cuánto nos queda de beneficio de ese dinero que nos ha entrado? La respuesta es nada o casi nada. Por lo tanto aunque veamos ese billete en nuestro bolsillo, en realidad no es nuestro. No te vuelvas loco gastándolo en la primera deuda que tengas, ni mucho menos en darte un capricho. No es tuyo.
Sin embargo, cuando tienes que pagar una cantidad determinada, la pagas y se va completa, no te queda nada para ti. Por eso es tan importante controlar los pagos, no hacerlos de cualquier manera. Hay que llevar una agenda muy bien planificada de gastos, para que no se nos vaya acumulando deuda. Y recuerda, el objetivo es mantener el menor nivel de endeudamiento posible en la gestión general, y tratar de ir haciendo crecer el negocio lentamente en función de su incremento natural de beneficios, sin dar pelotazos, porque nos puede salir el tiro por la culata.
No sabemos manejar el dinero. Hay muchas más lecciones que aprender, pero todas se resumen en una: tenemos que aprender a gestionar ese elemento intangible y tan variablemente valioso que es nuestro dinero. Y tenemos que hacerlo con poco riesgo, para que cuando fallemos, que lo haremos, no suponga nuestra ruina. ●