“El edificio sirve de apoyo a los ocho yacimientos que hay enfrente, pero pasa lo más desapercibido posible”

José Antonio Serrano – arquitecto redactor del proyecto del Centro de Visitantes del Parque Arqueológico El Tendal, en San Andrés y Sauces
La complejidad del entorno del Centro de Visitantes del Parque Arqueológico El Tendal, en San Andrés y Sauces, junto a un yacimiento, en medio de la naturaleza y en una zona escarpada de difícil acceso, han hecho que el proyecto, 12 años después de iniciado, no se haya abierto al público. Según explica a CANARIAS EMPRESARIAL el arquitecto diseñador de la construcción, José Antonio Serrano, “el edificio sirve de apoyo a los ocho yacimientos que hay enfrente, pero pasa lo más desa-percibido posible”. Solo está pendiente de la ejecución de la obra que facilite el acceso a las personas con discapacidad que partirá desde la plaza de la iglesia de Los Galguitos. Aunque Serrano manifiesta que actualmente no ve ningún problema “en cuanto al acceso de minusválidos ni en cuanto a discriminación de las entradas”.
-¿Qué funciones debía cubrir el edificio?
“El edificio sirve de apoyo a los ocho yacimientos que hay enfrente. La idea era, no hacer un edificio que llamara la atención, sino que pasara lo más desapercibido posible, que quedase en un plano de discreción total, puesto que el protagonista es el yacimiento en sí. De ahí partió la idea de que estuviera semienterrado en el barranco. Pero a la vez debía tener la altura suficiente para que desde ahí se pudieran observar todos los yacimientos y poder explicárselo a los visitantes.
-Sí, pero el edificio además de mirador y de centro de visitantes, es también un museo. ¿Fue difícil compaginar las tres facetas?
“Este es un proyecto que ha ido evolucionando. Originalmente solo tenía una planta, pegada a la parte de abajo del barranco, en el nivel inferior, por lo que no se veían las cuevas. De esta parte de abajo, que estaba abierta según la idea del anterior equipo de gobierno, parte uno de los caminos reales que va hacia las cuevas. La propuesta era que, para los distintos grupos de estudiantes, se creara una zona de partida que enlazase con los caminos, que aún no se han recuperado y que están medio enterrados en la vegetación. A través de esos caminos se va hacia la parte baja del barranco y al yacimiento principal. Luego, cuando cambió el consejero, hablaron de cerrar esa parte e incorporar un museo de los objetos que se han encontrado ahí, que son bastantes importantes, de cerámica, tejidos… La idea era que en la planta de arriba estuviera el acceso con una zona de información y una pequeña zona de atención y la vista panorámica. Y la planta de abajo se usara como muestrario o museo de los objetos que se encontraron ahí”.
-¿Los espacios resultantes son suficientemente amplios?
“Creo que sí. Hacemos una reutilización del espacio de abajo y de arriba. El espacio es bastante versátil, puesto que arriba hay una sala de usos múltiples, que sirve tanto para hacer exposiciones y conferencias, como para dar distintos cursos y charlas. Y abajo está la exposición, con carteles, paneles, audio, que contribuye a que sea un centro de interpretación de la naturaleza también”.
-¿Cómo están resueltos los acabados de las dos plantas?
“La planta baja tiene un pavimento técnico, donde por el suelo van las instalaciones. Las separaciones son móviles en función de los distintos modelos temáticos que se quieran plantear o exponer. Es una especie de espacio móvil que se adapta a distintos temas: la recuperación de cuevas, los modelos de excavación, materiales empleados… Y hay un espacio para el uso de los equipos que están trabajando ahí. La planta de arriba tiene un tratamiento pétreo y un gran ventanal, al contrario de la planta de abajo que tiene vistas más restringidas. La idea original era que estuviera más metido en la tierra, y que apenas se pudiera ver desde fuera, que fuera un elemento medio oculto. De hecho, el techo al principio era practicable, pero luego lo transformamos para que se asimilase con la naturaleza, que no fuera transitable y que tuviera elementos vegetales y minerales”.
-¿Cómo resolvió el exterior del edificio?
“Primero tiene un revestimiento de bloques que cumple la normativa de aislamiento térmico y acústico del código técnico, puesto que el edificio está hecho en base a esos principios, y luego lleva un aplacado de piedra del lugar. Tiene una parte de ferrita, que con el paso del tiempo y con el agua de lluvia va creando una capa de óxido que tapa la parte de mortero, y se mimetiza con las piedras del barranco”.
-¿El problema ahora es el acceso por la planta de arriba?
“El edificio tiene dos accesos, uno por la planta superior que es una rampa bastante accesible; y otro por la planta inferior, que en el proyecto inicial era solo peatonal, y luego se modificó por exigencias del Cabildo, para que tuviera acceso rodado para abastecimiento del edificio y para acceso de minusválidos. Por ahí hay una fácil conexión con la plaza que hay en el nivel inferior. Cumple todos los requisitos de accesibilidad, además tiene un ascensor que comunica las dos plantas, también homologado. No veo ningún problema en cuanto al acceso de minusválidos ni en cuanto a discriminación de las entradas”.
-Pero lleva un año cerrado y todavía no hay expectativas de que se abra…
“Yo redacté el primer proyecto y el segundo -la ampliación de la parte de abajo y la transformación de forma conjunta- y luego hice un proyecto de adecentamiento y acondicionamiento exterior. Pero de esta última parte no me encargaron la ejecución de la obra, porque lo hizo el propio equipo del Cabildo. Ya emití los certificados de terminación de la primera y segunda parte del edificio. Lo que faltaría sería el adecentamiento. Desconozco si se ha terminado y si el edificio está útil”.
-¿Y sobre los caminos que conducen a los yacimientos, que también se han previsto arreglar…?
“Eso es un tema más bien político. Hay un par de yacimientos que están abiertos o han estado abiertos, pero el patrimonio etnográfico que hay es bastante importante. Pienso, por lo que he oído a los técnicos de patrimonio, que hasta que no se destine una atención mayor a los yacimientos, que evite que estén descubiertos y accesibles, puesto que corren el riesgo de ser saqueados, no se abrirán”.
-¿Ha realizado algún otro proyecto similar?
“Hicimos hace tiempo en Valverde, en el Hierro, la rehabilitación del poblado de Guinea. Hice el trabajo de jefe de equipo, hace unos 17 ó 18 años, de rehabilitar un poblado prehispánico de los antiguos pobladores, los bimbaches, y las cuevas cercanas. Originalmente habían unas burbujas volcánicas donde era el asentamiento prehispánico, posteriormente hicieron una especie de pajeros, que son viviendas de piedra con el techo de paja, y destinaron las cuevas a corrales de ganadería. En un momento determinado se consiguió una subvención de Europa y se nos encargó el proyecto para rehabilitarlo. Lo hicimos junto al equipo de arqueología de la Universidad de La Laguna. La idea era rehabilitar aquellos, y luego, los antiguos pajeros, destinarlos a centros de artesanía, cerámica y tejido de la zona. Se terminó el proyecto y nos dieron dos premios europeos por la calidad del proyecto”.
-¿En qué proyectos está trabajando ahora?
“Soy doctor en arquitectura, especialista en rehabilitación. Y ahora mismo estamos haciendo varios proyectos de rehabilitación de edificios de tipo privado. Paralelamente estoy en un grupo de investigación patrimonial, junto a otros doctores de la cátedra de la Escuela de Arquitectura de la ULPG, y estamos a la espera de realizar un proyecto de análisis y recuperación del patrimonio de un municipio canario, que tiene hornos de cal, molinos de agua… Pero todavía no está cerrado el encargo”.●
