La Paciencia es la madre de todas las Ciencias

Por Matías Fonte-Padilla
Cuando un/a emprendedor/a decide dar el salto de Fe y convertirse en empresario, es increíble como el mundo se pone en su contra. Cuanto más trata de avanzar, mayores son las dificultades. Si una persona decide ser empleada, parece que todo va a su favor, y si su empleador es cumplidor, el papeleo está solucionado en pocos días.
Pero si tratas de abrir tu propio negocio todas las fuerzas humanas y divinas parecen confabularse para destruirte. Muchos meses antes de abrir, cuando empiezas con el papeleo, te das cuenta que el camino no será fácil. Son cientos de pequeños detalles que se van trabando, y que están encadenados, de forma que si no resuelves el primero ni siquiera puedes ir adelantando con los demás. Y te cabreas, pero miras hacia adelante, y te dices que nada va a impedir seguir.
Pero te sientes estancado, detenido por las circunstancias. No avanzas. Que si por ti fuera ya esa gestión estaría realizada. Y no puedes hacer nada, solo esperar. Y la espera es desesperante. Deseas que suene el teléfono y que alguien te diga que ya está, que ya has cumplido y tienes ese permiso que necesitas. Te invaden unas ganas enormes de abrir el negocio sin tenerlo todo en regla. Total, todo el mundo lo hace, ¿Por qué yo no? Pero tu otro yo te dice que no, que basta que lo hagas tú para que alguien te denuncie y te cierren el negocio por muchos meses, además de pagar una multa. Y por eso esperas, y esperas, y esperas.
Mientras tanto tus recursos económicos van menguando, y ves cómo, sin todavía poder facturar, los gastos suben cada día comiéndose todo ese dinero, toda esa reserva tan enorme que te parecía al principio.
¡Qué ilusionante es poder montar un negocio teniendo dinero para hacerlo! La sensación de plenitud, de libertad, es maravillosa. Pero desgraciadamente el factor tiempo siempre juega en nuestra contra, y cada día que no vendemos estamos gastando un montón de dinero. Y por muy alto que haya sido nuestro capital inicial, la lentitud en la burocracia y otros problemas es capaz de arruinarnos antes incluso de empezar.
Cualquier previsión en tiempo y en capital se nos queda corta desde el inicio. Si queríamos abrir en un mes determinado, veremos cómo esa fecha se acerca, llega, y la pasas sin haber podido poner en funcionamiento tu sueño. Lo mismo ocurre con el dinero. Da lo mismo con la cantidad que hayas partido, todos los días surgen gastos inesperados que suponen un descoloque de tu planificación.
Son muchos los/las emprendedores/as que no soportan la presión que esta realidad supone. No importa el sueño que tengas, no lo vas a conseguir en el tiempo que tú esperar ni al coste previamente planificado. Te das cuenta que el plan de empresa que tanto te costó montar no sirve de nada, es papel mojado.
Y cuando por fin logras todo lo necesario para abrir las puertas, nuevos problemas tocan a tu puerta: falta de clientes, impuestos inesperados, proveedores que no cumplen, humedades en el techo, etc. Y no hay nada que puedas hacer para evitar la aparición de nuevas trabas. Tan solo ir resolviendo lo más rápidamente que puedas cada una de ellas.
El artículo que hoy lees surge porque hace unos días le pregunté a una joven empresaria, a la que mentorizo, cuál sería el consejo más importante que le daría a los nuevos emprendedores. No lo dudó un segundo. “Le diría dos cosas”, me dijo, “La primera, que tengan paciencia infinita. Nada sale a la primera. Es una lucha constante”. Ella es una demostración clara de ello. “La segunda, que no se ponga los objetivos tan ambiciosos, tan altos que sean inalcanzables, porque eso frustra y agota”.
Paciencia infinita. Caminar todos los días un paso, con calma y determinación. Y aunque nieve o granice, seguir adelante, aunque sientas que estás retrocediendo. Hay que convertirse en agua de mar, batiendo sin descanso contra la dura roca. Es el agua quién termina modelando y rompiendo la roca, en un trabajo constante y lento, que a primera vista parece no tener resultado.
Paciencia infinita, caminando lento pero con la vista bien alta puesta en unos objetivos que, aunque lejanos, sean viables. Tienen que ser alcanzables en un plazo razonable de tiempo. Pequeñas metas que vamos logrando, y que nos van reforzando positivamente. Nos ayudan a sentir que vamos por el camino correcto.
Recuerda, aunque el Universo parezca haberse aliado en nuestra contra, sólo tú sabes que eres agua, llena de paciencia infinita, y con un objetivo claro, ser Feliz recorriendo el camino de tu vida como emprendedor.
Con Paciencia Infinita y objetivos alcanzables, no lo dudes, Crea tu Futuro. Será duro, muy duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●