“La ACEC agrupaba inicialmente a los coworkings, pero hemos ampliado el espectro a otras asociaciones que tienen una filosofía colaborativa”
Sergio Barroso – presidente de la Asociación Canaria de Espacios Colaborativos (ACEC)
El coworking, es decir, la forma de trabajo que permite a profesionales independientes, emprendedores, y pymes de diferentes sectores, compartir un mismo espacio de trabajo, tanto físico como virtual, está expandiéndose por todo el mundo, también por Canarias. En las islas se acaba de crear la Asociación Canaria de Espacios Colaborativos (ACEC), que “abarcaba inicialmente los coworkings, pero hemos ampliado el espectro a otras asociaciones que tienen una filosofía colaborativa”. Así lo indica su presidente, Sergio Barroso, quien ha explicado a CANARIAS EMPRESARIAL los intereses y las necesidades que motivaron la creación de esta nueva asociación.
-¿Por qué nace ahora la ACEC?
“ACEC nace como una asociación de espacios de coworking que es una tendencia, no solo aquí en Canarias, también a nivel mundial. En Europa hay un número bastante alto de espacios colaborativos. Nosotros inicialmente planteamos el coworking como un espacio físico donde la gente va a trabajar, donde se facilita una zona de trabajo de forma compartida. Pero hemos ampliado el espectro, porque es verdad que hay otras muchas asociaciones que tienen una filosofía colaborativa en el desarrollo de proyectos: culturales, de innovación, con fin social… Y no las hemos querido dejar al margen”.
-¿La asociación promueve que los espacios colaborativos tengan actividades que animen la actividad empresarial?
“Sí, eso es lo que nos están demandando. Primero somos una asociación relativamente reciente, su constitución se ha producido a partir de julio. Y la primera iniciativa ha sido la de agrupar a todos los espacios que existen en Canarias. Nos hemos puesto en contacto con todos los que están en activo. La gran sorpresa ha sido que el número era mucho mayor del que preveíamos. Pensábamos que existían 10 ó 15, y nos hemos encontrado con 50. Y esto va a más, porque hay iniciativas para crear nuevos espacios de este tipo. Todos ellos se han asociado a ACEC. Los asociados pagan una cuota que en unos casos lo hacen en metálico, incluso en la moneda digital ‘nexos’ que forma parte de un proyecto que se desarrolla en uno de los espacios, y, en otros la pagan en especias, a través de la colaboración con la asociación”.
-¿Tienen datos de cuántos emprendedores utilizan esos espacios de coworking en Canarias?
“Ese es uno de los datos que más nos piden las personas con las que nos hemos reunido, responsables de administraciones públicas y de empresas privadas. Estamos generando una base de datos, que dentro de uno o dos meses estarán visibles en una plataforma, en la que constarán no solo los nombres de los espacios colaborativos y los datos de sus responsables, también los proyectos que se desarrollan allí y las personas que trabajan en ellos. Las cifras que tenemos ahora son aproximadas, y está entre cinco y diez empresas y proyectos activos por cada espacio colaborativo. Si eso se multiplica por 50 espacios, y por dos o tres emprendedores por proyecto, nos da la cifra de entre 400 y 600 personas trabajando en unos 200 ó 300 proyectos en activo”.
-La asociación pretende atraer a los nómadas digitales, a empresas de base tecnológica y basadas en economía colaborativa. ¿Lo hacen por una cuestión comercial o por filosofía empresarial?
“En realidad es una estrategia comercial. Hay que darse cuenta que los espacios coworking son empresas privadas, y como tal buscan un mercado y un rendimiento a su inversión. Los nómadas digitales, profesionales que usan las nuevas tecnologías para trabajar, y que residen habitualmente en Europa, les resulta atractivo venir a Canarias en las temporadas de invierno. Es un mercado potencial, una comunidad bastante amplia”.
-¿La asociación también surge con ánimo reivindicativo ante las administraciones que le hacen competencia?
“Nosotros como asociación somos representantes de empresas, somos un pequeño lobby. Hemos tenido reuniones con prácticamente todas las administraciones, desde las locales e insulares hasta las regionales. Nuestra intención es tener una actitud colaborativa. Las instituciones públicas han visto el potencial que tiene la nueva economía colaborativa y el desarrollo de estos espacios coworking. Algunas tienen proyectos en marcha de espacios de este tipo, de carácter público-privados. Nosotros pensamos que cuantos más espacios de coworking haya, mejor. Nos da igual si son privados, público-privados, o totalmente públicos. Por ejemplo, la Universidad de La Laguna tiene zonas dedicadas a este fin. Nuestro interés es que todos esos espacios se asocien al colectivo nuestro”.
-¿Qué otras cosas deberían hacer las administraciones públicas para fomentar el emprendimiento?
“Más que crear espacios de coworking o de sacar rendimientos a infraestructuras que tengan inutilizadas, que me parece muy bien que lo hagan porque es preferible utilizarlas de esa manera a no utilizarlas, las administraciones debería dedicarse a lo mejor que saben hacer, buscar recursos. La mayoría de las administraciones de las islas buscan financiación europea, financiación nacional, facilitan que ese dinero llegue a Canarias. Esa es la principal labor que tienen que seguir haciendo. De la Universidad de La Laguna salen muchos proyectos, ideas, equipos constituidos, por ejemplo del máster de emprendedores, de acciones formativas que desarrollan. Pero hay un pequeño valle entre el arranque de esas empresas y su consolidación en el mercado. Los espacios coworking pueden cubrir ese espacio. Porque los arranques de los emprendedores suelen ser bastantes precarios, con pocos medios y recursos. Los espacios cubren esas necesidades, porque son baratos, mucho más que el alquiler de una oficina, propician el contacto con otros emprendedores, con otras empresas que están arrancando, con profesionales, incluso algunos organizan programas de mentores en los que empresarios consolidados ayudan a arrancar los proyectos”.
-¿En qué consiste el proyecto Andén Sin Límite?
“El proyecto Andén Sin Límite fue una iniciativa que yo puse en marcha con la intención de reutilizar infraestructuras industriales que estaban inutilizadas. Fue un experimento de éxito, porque conseguimos agrupar a una comunidad tecnológica, en un gran espacio con taller, sala de trabajo, zona de formación. Después hubo una dicotomía entre la propuesta que se planteaba como reto empresarial y la idea de la comunidad, que quería montar una asociación sin ánimo de lucro. El Andén ahora, como espacio físico, está cerrado, y la asociación sin ánimo de lucro se ha convertido en Kreitek. El proyecto Andén contó con alrededor de 60 miembros, quienes llegaron a generar una base de 200 proyectos. Una parte de ellos siguen en activo, están en marcha. El Andén se ha convertido en una especie de institución virtual, en el paraguas de esos proyectos. La red que se montó se sigue aprovechando para establecer contactos entre todos sus miembros”. ●