“La cuestión más urgente que tiene Arrecife estriba en revitalizar la ciudad, en devolverle el alma”

Luis Díaz Feria – arquitecto
La Academia de Ciencias, Ingenierías y Humanidades de Lanzarote ha publicado recientemente, en Internet (http://www.academiadelanzarote.es/Discursos/Discurso-69.pdf), el discurso de ingreso del último miembro en incorporarse a la institución, el arquitecto Luis Díaz Feria. Fue pronunciado el día 26 de abril de 2017, se tituló ‘Teoría de Arrecife I’, y en él defendió las fortalezas de Arrecife, “una ciudad pequeña que conoce sus problemas y tiene voluntad de afrontarlos con excelente sintaxis en sus espacios y el don de plantearse preguntas”. CANARIAS EMPRESARIAL ha hablado con Díaz Feria para conocer mejor sus estudios sobre la capital lanzaroteña.
-En su discurso dijo que “la evolución de la isla en los últimos 50 años exige pensar Arrecife por tercera vez”. ¿Cuáles son las principales urgencias que tiene la ciudad?
“La localización de las estructuras de ocio en el entorno de las poblaciones turísticas y el éxodo de muchas familias en busca de lugares más confortables para vivir han conducido a un abandono de Arrecife en un doble sentido. Por una parte, muchas personas que formaban el tejido transversal básico no viven ya en la ciudad. La gran inversión insular de esos años se localizó en los puntos turísticos y en el campo, así que ha resultado de toda lógica que la población arrecifeña se desplazase fuera a disfrutar de las ventajas y comodidades de disponer de servicios de calidad y un entorno cuidado. Y por otra parte, las actividades sociales que estimulan el encuentro urbano también se encuentran en buena medida hoy fuera de la ciudad. Así que la cuestión más urgente estriba en revitalizar la ciudad, en devolverle el alma. Mediante dos palancas principales: la reorganización administrativa y sociocultural en lo que denomino ciudad secuencial, o dicho de otra forma, el Arrecife actual como parte de una entidad urbana más amplia. Y la segunda palanca, esta verdaderamente urgente, es la generación de vivienda social dentro de la trama urbana”.
-¿Cuál puede ser la mejor manera de organizar las medidas que cambien la morfología de Arrecife?
“En este momento, a cinco años vista y si hay un propósito claro, Arrecife se revitaliza mediante una sencilla fórmula de programación. Cero planes, de ningún tipo, y 50 acciones pequeñas rápidas solapadas en esos cinco años. Se trata de generar hábitos nuevos, sencillamente. No de redefinir hasta la extenuación la definición de la ciudad a través de planes que son sistemáticamente contradictorios cada uno con el siguiente”.
-¿Cuánto tiempo deberá pasar desde que se empiece a poner en práctica las nuevas medidas hasta que se pueda ver un cambio en la morfología de la ciudad?
“Las 50 acciones que menciono tendrían diferentes dimensiones y velocidades de aplicación, aunque siempre dentro de la escala de lo pequeño. El cambio de tono urbano comenzaría a ser perceptible en la dinámica de la ciudad desde el segundo mes de aplicación de las acciones”.
-¿No tener en cuenta los árboles como elementos organizadores de la trama urbana ni los edificios antiguos como elementos revalorizadores de la ciudad, se debe a una falta de educación o a un exceso de visión mercantilista del suelo?
“Diría más bien que es ese problema de dejadez, de abandono que decía al principio. Parece que nadie quiere a Arrecife, así que no es importante tomarse muchas molestias. El último plan de reforma de una vía importante, la Avenida de la Marina, se proyectó y ejecutó sin árboles. Junto a la glorieta del Casino hay un único árbol de sombra. Bajo el árbol, en vez de un par de bancos pusieron una piedra enorme y rofe decorativo para evitar que nadie se acerque. Hace unos días se presentó otro proyecto de renovación, un tramo de la calle Hermanos Zerolo, de nuevo sin un solo árbol de sombra. Este es el tono hoy por hoy. No sólo responsabilidad de la administración, como decía, también de quienes proyectan este tipo de renovaciones esteticistas, de los ciudadanos que no dicen esta boca es mía, de los comerciantes que no comprenden que si no atraen a las personas no les van a comprar nada, y un largo etcétera. Algo parecido sucede con los edificios antiguos. Se adopta una postura testimonial al respecto, pero ningún programa real de incentivos a la reutilización. La administración pública tampoco está dando ejemplo en este capítulo”.
-Usted llama la atención sobre la poca participación de la sociedad en general en el desarrollo del urbanismo de sus ciudades. ¿En el caso de Arrecife, los ciudadanos están organizados de tal manera que puedan participar en el debate sobre la ciudad de una manera ordenada y eficaz?
“La participación de las personas para dar forma y alma a su ciudad (el urbanismo me preocupa menos) es un déficit importante en la formación de opinión sobre el entorno vital que se quiere, sobre la ciudad que se quiere. Desde las diferentes administraciones públicas se ha tratado de secuestrar el encuentro espontáneo de las personas a través de normativas de participación ciudadana que en la práctica son una pobre simulación de la libertad de opinión, y terminan castrando la riqueza de la diversidad de puntos de vista. Sin embargo, ni mucho menos la responsabilidad es exclusiva de las administraciones. Los ciudadanos tienen siempre abierta una oportunidad decisiva para mejorar su ciudad haciendo visibles sus opiniones”.
-¿Otras ciudades pequeñas de Canarias comparten rasgos comunes con Arrecife?
“Hay que ser cautelosos en ‘exportar’ los problemas y las soluciones de un lugar a otro. Sin embargo, una renovación en la actitud planificadora, en el sentido de contemplar las ciudades pequeñas como algo diferente a las ciudades medianas o grandes y por supuesto como algo diferente a los pueblos, creo que podría marcar un ilusionante futuro. La puesta en marcha de un criterio territorial para el archipiélago basado en una red difusa de ciudades pequeñas, frente a la homogeneización territorial burocrática que ha constituido el criterio hasta ahora. En este sentido, en efecto, tanto las capitales insulares como las comarcales disponen de esa oportunidad. Siempre ligadas a los enclaves turísticos con los que comparten territorio y servicios. Los modelos de segregación por zonas y por usos son lamentables, destruyen cualquier atractivo tanto para residentes como para visitantes”. ●