Se valiente y da un paso atrás si es necesario. Traiciónate a ti mismo/a

Por Matías Fonte-Padilla
A los emprendedores se nos supone arriesgados, con gran energía, capaces de luchar diariamente, con gran resiliencia, levantándonos cada vez que nos caemos, y sobre todo, somos tozudos.
Gracias a esa tozudez, y no dar nunca el brazo a torcer, es como logramos crear un negocio y sacarlo adelante. En contra del criterio de nuestra familia, amigos o de los bancos, trabajamos muy duro, y poco a poco vemos los frutos.
Si en esta lucha no logramos triunfar, todo el mundo te dirá “te lo dije”, y se alejarán de ti porque has fracasado. Sin embargo, si logras el éxito todos lo reconocerán y se pegarán a ti, dirán lo grande que eres y lo buen amigo/a que siempre has sido. Y así es como se escribe la historia de un emprendedor/a, si fracasas todos “hacen leña del árbol caído” y si triunfas resulta que recibes todos los elogios.
A nadie le gusta fracasar, y por eso el emprendedor lucha todavía más cuando el negocio se empieza a torcer. Y si va realmente mal, muchas veces esconde las pérdidas y los fracasos para que nadie se entere, porque sabe que todos huirán de él/ella. Y así van pasando los meses, cayendo cada vez más en el agujero negro, pero con una apariencia de normalidad, a veces hasta de opulencia, que realmente está vacía en su interior.
Si el emprendedor/a no fuera tozudo, testarudo, terco, empecinado, inflexible, obcecado, recalcitrante, cabezota, tenaz, no alcanzaría el éxito. De hecho todos estos adjetivos se los podríamos aplicar a los emprendedores que han triunfado. Parece que posees una fuerza incombustible que te hace impetuoso e inagotable. Nadie te puede seguir el ritmo, y de hecho muchos se quedan atrás. Tienes las ideas claras y las persigues a cualquier precio, aunque para ello tengas que sacrificar tu vida personal. Pero todo esto sólo demuestra determinación, y no eso no quiere decir que estés loco/a y no que no sepas lo que está haciendo. Tienes un objetivo, y vas a por él.
Pero, ¿qué ocurre si durante el trayecto te das cuenta que lo que estás persiguiendo no es realmente lo que quieres?, ¿qué sucede si recapacitas y comprendes que el camino que estás recorriendo no te gusta, y que no quieres seguir sufriendo para alcanzar un objetivo que tampoco deseas? Esta visión turbadora puede llegar en cualquier momento, haciendo tambalear los cimientos del emprendedor/a.
Esta visión no llega de golpe, sino que es un pensamiento que se va acumulando en la mente del emprendedor/a. Muchas veces está tan ciego/a que no es consciente de que lo que está emprendiendo no le sirve para nada, básicamente porque no le está haciendo feliz. Porque la verdadera razón para dedicarse a algo es que tanto la trayectoria como el objetivo nos sirvan para aumentar nuestra felicidad y convertirnos en mejores personas. Eso no quita que suponga muchos sacrificios y esfuerzos, pero se va disfrutando del camino. Si todo es un calvario, entonces una sensación de insatisfacción personal comienza a paralizarle, y a hacerle plantearse su camino. Lo mejor en estos casos es detenerse y observar objetivamente la situación: ¿me siento mal porque nada está saliendo, o es me he dado cuenta que no es esto lo que quiero, o es simplemente un pensamiento negativo pasajero?, ¿me veo continuando este camino a largo plazo y siendo feliz, o se está convirtiendo en una verdadera tortura que no hace sino ir a más?
Todo aquello que ha sacrificado el emprendedor/a y el esfuerzo realizado comienzan a no tener sentido, y surge el querer huir o descansar de la situación. Y ahí es cuando suele surgir la depresión o la inactividad, con una necesidad urgente de dejarlo todo. Y se siente atrapado/a, porque ha puesto en marcha una maquinaria (clientes, proveedores, pagos, cobros, local, etc) que parece imposible de parar, “el espectáculo debe continuar”. Y entonces la persona juega simplemente su papel, mientras se hunde más y más en la infelicidad. Al final se pierde como persona y fracasa como empresario.
Por eso es necesario ser lo suficientemente valiente para, en un punto determinado de tu avance, traicionar a todos/as, incluyéndote, y detenerte. Y si después de valorar todas las opciones ves que no vas por el camino correcto, no dudes en dar un paso atrás, y salir de ese torbellino de presión que te está matando.
Pero lo que suele ocurrir es que siendo empleado/a o empresario/a no solemos dar este paso, al mismo tiempo que inconscientemente pedimos a gritos silenciosos que alguien nos saque de ahí. Y quizás eso ocurra, porque el negocio fracasa o el jefe te despide. Pero la mayor parte de las veces nos seguimos hundiendo en el fango sin remedio, por no ser lo suficientemente valientes y conscientes de nuestra desgracia, por simple miedo a los desconocido. Pero la realidad es que cuando ese cambio se produce, al poco tiempo te das cuenta de lo bueno que fue, y como te dio la oportunidad para reinventarte, y seguir emprendiendo en lo más importante, tú mismo/a y tu felicidad.
Ya sabes, no dudes en parar y valorar objetivamente tu camino. Y si tienes que destrozarlo todo y volverlo a construir, no dudes en hacerlo, saldrá mejor la próxima vez, porque tú estarás más preparado/a, habrás crecido. Crea Tu Futuro y sé feliz en el camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●