Por tu futuro, por tu sociedad, por tu país, por un mundo mejor
Por Matías Fonte-Padilla
Uno de los pecados capitales del empresario parece ser el egoísmo. De hecho, si has tenido éxito no dudes que muchas personas te echen en cara que sólo hayas pensado en ti, que seguro que para llegar tan alto has hecho el mal a muchos, has pisoteado a los demás, seguro has defraudado dinero, has hecho trampas fiscales para pagar de menos.
De hecho, los empresarios/emprendedores somos el mismo Diablo, con rabo y cuernos, o por lo menos eso piensan muchos. Y es que consideran que si te estás enriqueciendo es porque eres un ladrón. Y ni se te ocurra presumir de lo bien que te va todo con una casa o un coche nuevo, porque se lanzarán a tu yugular.
Afortunadamente la realidad empresarial es otra. Si bien es cierto que hay algunos empresarios que no merecen el respeto de la sociedad, puesto que son capaces de hacer cualquier acción, legal o no, con tal de aumentar su poder y su dinero, la mayor parte de los empresarios son personas trabajadoras, muy trabajadoras, y honradas, que solo quieren cumplir con todo lo mejor posible.
Esta atmósfera negativa hacia el éxito de los emprendedores y esa presión social en contra del emprendimiento han disminuido un poco debido a dos factores. El primero fue la llegada de la crisis y la posterior necesidad social y política de apoyar al emprendimiento. La segunda es la admiración hacia jóvenes con talento que han logrado grandes éxitos empresariales en el mundo digital. Y hoy en día cuando te decides a montar una empresa no escuchas las frases del tipo “Te quieres forrar a costa de exprimir a los trabajadores”, tan de moda hasta la llegada de la crisis.
La mayor parte de la riqueza y el empleo en este país lo generan las PYMES, es decir, los empresarios/as que con su esfuerzo diario mantienen a flote sus pequeños negocios, muchos de ellos a nivel local, dando vida y empleo a su propio barrio, creando tejido social y laboral. Y esto no está suficientemente reconocido.
Como emprendedor/empresario tienes que tomar decisiones a diario. Quieres tener éxito, y para ello arriesgas todo lo que eres y lo que tienes para crear y mantener tu negocio. El riesgo es alto, pero lo ignoras, crees en tu sueño de trabajar para ti. Y al mismo tiempo que luchas por ti, necesitas de otros, empresas o personas, a las que pagas o contratas con el fin de alcanzar tu sueño. Y mientras tanto vas invirtiendo dinero en tu sociedad, pagando todas esos impuestos que las administraciones te reclaman, aun incluso antes de haber facturado. Y así, y aunque no seas consciente de ello, estás dándolo todo por mejorar tu barrio, tu sociedad, tu país. Tus impuestos mantendrán con vida un sistema que trata de dar la mejor calidad de vida posible a los ciudadanos. Esa es tu aportación directa.
Mientras tanto, los datos son escalofriantes. La tasa de actividades en negro es abrumadora, gente que trabaja sin cotizar nada y sin generar facturas. La economía sumergida supone el 18% del PIB español, y unos 3 millones de personas que no están registrados legalmente como trabajadores.
Mientras tanto, las noticias nos sobresaltan a diario con casos de corrupción en todas las instituciones y todos los partidos políticos. Y la pregunta que te haces inmediatamente es ¿Y yo que puedo hacer? ¿Es que acaso soy responsable de los males de esta sociedad?
La respuesta es que sí, que en parte eres responsable, cada uno de nosotros lo somos. Cada vez que una persona trata de trabajar lo menos posible, “para ir escapando”, cada vez que aceptas un trabajo sin facturarlo, cada vez que abusas del sistema en tu propio beneficio, cada vez que presumes que gracias a un “enchufe” lograste un beneficio en detrimento de otros. Piensa en todo esto. Y encima hay empresarios y personas particulares que presumen de ello.
¿Es esta la sociedad que quieres? ¿Quieres vivir en un país donde el que tenga más dinero, más enchufes, o que proteste más, o que vaya de más listo por la vida sea el que mejor le vayan las cosas? ¿O crees en una sociedad que proteja a todos por igual, donde los más débiles y los que cumplan con las leyes obtengan los mayores beneficios, mientras que los listos, enchufados y corruptos no logren sus objetivos?
Si quieres mejorar la sociedad en la que vives junto a tu familia, y que el futuro vaya a mejor, tienes que empezar por ti mismo y los que te rodean. Tienes que fomentar en tu empresa y familia la cultura de honradez e integridad, y la mejor forma de hacerlo es con tus propios actos, y con tu reacción directa ante cualquier comentario o acción que vaya en contra de una sociedad más justa. También podrías no hacer nada al respecto, aprovecharte de las situaciones y amistades, al fin y al cabo “todo el mundo que puede lo hace”, y así contribuir a que tu sociedad se vaya degradando un poco más. Pero recuerda la frase de Edmund Burke, escritor irlandés del S. XVIII “Para que triunfe el mal basta con que los hombres de bien no hagan nada”
Por último, no dejes de contribuir a tu sociedad con la participación directa o indirecta de tus negocios en actos sociales y culturales. Contribuye, ayuda a los demás y serás recompensado.
Crea una filosofía de vida y empresarial adecuada, y lograrás ser más feliz y mejorar la sociedad en la que vives. Crea Tu Futuro. Será duro, muy duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●