No confundas Gastar con Pagar
Por Matías Fonte-Padilla
El Emprendedor/a está siempre en la cuerda floja económica. Cualquier decisión que tome puede llevarle a la ruina rápidamente. Sin embargo, es mucho más difícil que por una decisión alcance el éxito. Así, casi todas las acciones que emprenda supondrán riesgo inminente de fracaso. Y ese es el día a día.
Pagar, pagar, pagar. A lo largo del mes, del año, la sensación es siempre la misma “Sólo trabajo para pagar a los demás”. Impuestos, bancos, proveedores e incluso clientes cobran antes que uno mismo, de forma que siempre la bolsa está vacía cuando llega el momento de recoger los supuestos beneficios.
“No te podrás quejar, vives como quieres eres empresario”, “Eres el jefe, haces lo que quieres” y otras múltiples sentencias que tenemos que escuchar, una mezcla entre envidia y reproche, que en nada reflejan la realidad del emprendedor.
Todo el que ha tenido o tiene una empresa sabe cuanto sufrimiento supone llevar sus riendas. Los días se extienden interminables, llenos de trabajo, preocupaciones, imprevistos y facturas por pagar. Las satisfacciones son a veces tan pequeñas, que sólo el propio emprendedor es capaz de entenderlas y disfrutarlas.
Casi todos los negocios se encuentran en quiebra técnica, porque los gastos siempre superan a los ingresos. Y al igual que en las economías familiares, cuando los ingresos llegan lo hacen tarde y menguados, y nunca son lo suficientemente grandes para cubrir los agujeros creados. A ese desequilibrio constante colaboran los bancos, cargando de intereses y comisiones. Al final de un año los supuestos beneficios han desaparecido, devorados por los intereses de las administraciones y bancos.
Pagar dentro de los plazos establecidos ahorraría mucho dinero, pero claro, es muy difícil cumplir con las fechas. Cualquier imprevisto es capaz de dejarnos sin liquidez para afrontar los pagos a final de mes, lo que nos obliga a utilizar el crédito. Y así pasamos año tras año, económicamente con uno o varios meses de retraso, ahogados en comisiones.
Y al mismo tiempo que logras milagrosamente que todos cobren, tú te quedas sin un duro. No cubre ni los gastos familiares más básicos, para desesperación tuya y de tu familia. ¿Para qué tienes una empresa, si no puedes ni pagar los libros de tus hijos?. Cientos de veces recibes dardos como este, que con lógica aplastante solo sirven para hundirte más por no tener el éxito que esperabas.
Al inicio de tu proyecto no pensabas tanto en el éxito económico como en ser feliz cumpliendo tu sueño. Pronto el mercado financiero te baja de las nubes y descubres que todo tiene que ver con el dinero. Tus movimientos están limitados y amordazados por tu capacidad financiera. Continuamente se lanzan contra ti, a veces con cantos de sirena, ofreciéndote lo mejor, cuando en realidad lo único que buscan es exprimir tu cartera. Y caes cien veces en redes imposibles de pagos que te dejan atrapado para siempre. Las tarjetas de crédito, los préstamos, las hipotecas, las pólizas de crédito, los pagos aplazados “sin intereses”, los “llévese la mercancía y ya me la pagará cuando pueda”, son en realidad hilos de una gran tela de araña que te atrapa hasta inmovilizarte. Y así pasas de ser empresario a ser endeudado, trabajando para siempre para otros.
Lo primero para poder salir de esta red destructiva es evitar caer en el préstamo. Todo el que te presta quiere que le devuelvas el dinero, y con intereses. La presión en tu mente será constante, y en tu bolsillo también. Por lo tanto, trata de ir más despacio, no pidas dinero, y si lo haces, que sea la mínima cantidad posible. Desde que tengas beneficios, en vez de meterte en nuevos pagos, utiliza el dinero para eliminar deudas. Verás como tu liquidez aumenta mes a mes: “No es más rico quien más tiene, sino el que menos debe”.
Lo segundo es calcular tus propias necesidades, y reservar el dinero para cubrirlas. Deja de quedarte para el final, tú eres el/ primero/a que debe cobrar, tú y tu familia se lo merecen. Cuando entre ese pago que tanto estabas esperando retira mediatamente esa cantidad que necesitas para vivir. Eso sí, presuponiendo que eres una persona austera y sensata. Y con el resto ya verás que pagos cubres. Descubrirás que los demás también saben y pueden esperar.
Tercero, no te metas en gastos que no puedes afrontar, por mucho que te lo fraccionen al mes. Los negocios deben crecer de sus propios beneficios. Cuando obtengas rendimientos podrás reinvertirlos en la empresa. Endeudarte en exceso buscando posibles beneficios futuros te lleva a la ruina seguro.
Por último, recuerda que pagar no es lo mismo que gastar. Pagar es lo correcto, es cumplir con los compromisos adquiridos, que muy prudentemente tendrás controlados y limitados. Gastar es lo erróneo, porque es utilizar tu liquidez temporal en pagar cualquier gasto que te surja, para quedarte sin nada rápidamente. Recuerda que tú eres el que controla la planificación y escalonamiento en tus pagos, no los acreedores. Que esperen, tú cartera es sólo tuya.
Recuerda, el primero que debe cobrar eres tú, y todos los demás pueden esperar, porque si tú fracasas ¿Quién les pagará?. No te endeudes, y aprende a pagar sin gastar . Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●