Las decisiones importantes deja que se cocinen a fuego lento

Por Matías Fonte-Padilla*
El tejido empresarial es increíble. Miles de emprendedores y empresas tomando decisiones a diario, creando una red de relaciones y transacciones comerciales que configuran nuestra economía, y que determinan hacia donde vamos. Si hay confianza y agilidad, habrán compras y ventas, lo que ayudará a acelerar más el crecimiento. Si hay desconfianza e incertidumbre la economía se ralentizara o incluso entrará en valores negativos de crecimiento.
Por lo tanto, todo depende de las decisiones que tomemos cada uno de nosotros. Lo más adecuado es ser pro-activo, es decir, pensar en cómo queremos que sea el mañana y tomar decisiones que se adelanten a los hechos, que creen futuro. Así vamos planificando nuestra organización para que crezca y se estabilice adecuadamente.
Pero generalmente el día a día nos va comiendo, y la mayor parte de las decisiones son de acción-reacción, es decir, sucede algo y nosotros actuamos en consecuencia. Por lo tanto estamos continuamente “apagando fuegos” de problemas que surgen cuando menos los esperamos. Y así es muy difícil avanzar, porque no dedicamos tiempo a la planificación.
En la toma de decisiones existen dos tipos de acciones, dependiendo por un lado de su urgencia, y por otro lado de su importancia. Y así, podemos crear un cuadro de cuatro casillas en el que colocar las decisiones en función de estos parámetros: poco urgente/poco importante, muy urgente/poco importante, poco urgente/muy importante, y muy urgente/muy importante. Si eres lo suficiente organizado con esta tabla, podrás planificarte bien. Y es una tabla que nunca terminas, porque continuamente surgirán nuevos elementos que colocar.
En la toma de decisiones existen además tres tipos de decisiones en función del tiempo que duren, y de la importancia que tengan en nuestro futuro. Así podemos clasificar nuestras decisiones en acciones a corto plazo, medio plazo o largo plazo. Es lo que se denomina planificación táctica, cuando las decisiones se toman ya para que tengan efectos inmediatos, o planificación estratégica, las decisiones se toman ya pero para ir creando futuro a largo plazo.
Otra forma de clasificar las decisiones es que pueden ser simples o encadenadas. Una decisión simple es aquella cuya acción tiene una única consecuencia, en un momento preciso, sin que sea necesario tomar más decisiones a posteriori por haber ejecutado esta primera. Sin embargo una decisión encadenada es aquella que al tomarla estamos iniciando un nuevo camino que nos obligará a tomar nuevas decisiones en función de esta primera, nuevas decisiones que son consecuencias de la primera, y no las podemos evitar tomar. Vender un producto a un cliente en concreto puede ser ejemplo de la primera, decidir abrir una nueva sucursal es un ejemplo de la segunda.
Por último, las decisiones tienen que ser sensatas, no debemos realizar ninguna acción que vaya en contra en nosotros mismos. Para ello debemos cultivar la coherencia, es decir, que haya una clara relación entre lo que pensamos, lo que sentimos, lo que decimos y lo que finalmente hacemos. Así no habrán conflictos internos, porque la peor batalla es la que se libra en el interior de cada emprendedor/a.
Para tener éxito empresarial hay que pensar a lo a grande, pero con acciones pequeñas que no nos pongan en riesgo. Si no piensas a lo grande nunca llegarás lejos. Y además la probabilidad de que tu negocio fracase es muy alto si tomas decisiones que pongan en riesgo evidente tu capacidad o tu capital. Por ello, lo más adecuado es planificar estratégicamente respondiendo a una pregunta ¿Cómo quiero verme a mí y a mi negocio en 5 años? Una vez respondida, deberás establecer objetivos a largo plazo en función de tu respuesta. Y una vez hecho esto, deberás establecer objetivos a corto plazo que sirvan para alcanzar los de a largo plazo. Para ello necesitas hacerte una temporalización objetiva, donde figuren los pasos a dar, y los recursos a utilizar.
Descubrirás nada más empezar que nada de lo que planificaste es tan sencillo como pensaste, y que te llevará más tiempo, esfuerzo y dinero, es más, te dará la sensación de que apenas avanzas. Pero lo importante es que ya sabes hacia donde vas. Ahora es sólo cuestión de perseverancia, de mantener firme el timón de tu barco en medio de la tempestad. A veces el oleaje te impedirá ver tu destino, y otras veces te zarandeará de tal forma que pensarás que estás perdido. Tú sigue adelante, que si tardas más de lo esperado da lo mismo. Vete tomando las decisiones que sabes te van a llevar a tu destino, aunque sea difícil.
El último consejo es que seas paciente contigo mismo/a tomando decisiones. Según nuestro propio carácter, seremos más o menos impulsivos. Por eso es tan importante tener una planificación hecha, porque con ese rumbo trazado podremos tomar decisiones más acertadas cuando nos sintamos enfadados, frustrados o deprimidos. Un refrán popular dice “No tomes decisiones permanentes basadas en emociones temporales”, yo lo denomino “dejar que las decisiones importantes se cocinen a fuego lento”. Las decisiones estratégicas debemos pensarlas con tranquilidad, delante de un papel, escribiendo pros y contras, y después dejar pasar unos días para retomar ese papel, y ver si han surgido nuevas oportunidades y desventajas. Nuestra forma de pensar cambia continuamente en función de nuestro estado de ánimo y de las circunstancias que nos rodean. No podemos permitirnos ir sin rumbo tomando decisiones en función de como nos sintamos en cada momento. Porque no debes olvidar que cada decisión genera consecuencias, y tú sabes cuáles van a ser, y no las puedes evitar, así que si no quieres unas determinadas consecuencias, no realices la acción que la genera.
A veces la mejor opción cuando ocurre algo es no hacer nada, dejar que los acontecimientos se vayan colocando por si solos en el lugar que les corresponde. Actuar demasiado pronto, dejándonos llevar por nuestros impulsos, puede ser un error. Otras veces, lo ideal es actuar sobre la marcha, para que un pequeño problema no siga creciendo y se convierta en una tormenta. Déjate guiar por tu instinto y tu planificación, entre ambos encontrarás la solución a cada reto que tendrás como emprendedor/a. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●