Ni machismo ni feminismo, sino Mérito y Capacidad

Por Matías Fonte-Padilla
Los derechos que ahora disfrutamos no son fruto del azar. Durante siglos muchas personas, hombres y mujeres, lo han arriesgado todo en lucha por lo que consideraban justo. Han puesto en riesgo su trabajo, su familia, su prestigio, y algunas veces su propia vida. Y así, con cada protesta, con cada huelga, con cada sacrificio, la sociedad fue avanzado hacia la democracia. Tenemos que estar agradecidos a todos ellos/as, la mayoría anónimos, que se enfrentaron a su propia familia, a sus jefes y compañeros, a su sociedad, porque tenían el sueño de un mundo mejor.
¿Ha terminado esta lucha?, ¿hemos alcanzado el máximo de derechos en esta sociedad? Por supuesto que no. Por un lado hay que seguir trabajando para que se respeten los derechos ya logrados. Muchos se empeñan en manipular la democracia para destruirla y prostituirla a su antojo, abusando del resto de ciudadanos. Por otro lado, todavía queda mucho para poder decir que estamos en una sociedad plenamente democrática. Y la clasificación de la sociedad entre hombres y mujeres es claramente obsoleta, existen muchos más géneros.
Una sociedad que no avanza está abocada al fracaso. Demasiados intereses corruptos tratan de adaptar la democracia a su antojo. Los poderes públicos y los ciudadanos tenemos que estar siempre alerta. Una de mis citas preferidas es la del escritor irlandés Edmund Burke (1729-1797): “Lo único que se necesita para que triunfe el mal es que los hombres buenos no hagan nada..” . Porque la defensa de los derechos democráticos es también tarea de los ciudadanos, no es exclusiva de los poderes públicos. Cada persona tiene el deber de defenderlos.
Nos gusta hablar de nuestros derechos, pero nos cuestan asumir nuestros deberes. Se lucha por los derechos, especialmente de los trabajadores/as. Pero es que cada derecho lleva asociado un deber. Una sociedad que no haga que sus ciudadanos cumplan con sus deberes se vuelve corrupta y desorganizada, en la cual solo los más “listos” logran disfrutar de unos derechos que deberían ser iguales para todos/as. Eso lo vemos en nuestro centro de trabajo, en los municipios y en todos los niveles de la sociedad, llenos de sectarismo, chanchullos y corruptos/as. Y por supuesto, cuando nosotros/as mismos necesitamos algo, no pensamos en hacerlo por el cauce normal y correcto. Lo primero que se nos viene a la mente es “yo tengo un conocido en … que me podría hacer el favor de ….” En vez de trabajar por mejorar el sistema, buscamos la forma de saltarlo.
En principio puede parecer atractivo participar en la huelga por los derechos de las mujeres celebrada este 8 de marzo, pero si leemos en profundidad las reivindicaciones de la misma, hay algunos aspectos que la hacen cuestionable.
¿Quién debe luchar por los derechos de las mujeres? Porque solo se habla de mujeres luchando por sus derechos, y es una huelga sólo para mujeres. La historia demuestra que han sido muchas personas, de todos los géneros, los que se han sacrificado por mejorar esta sociedad y el papel de la mujer en ella. Dejando de lado a los hombres y resto de géneros no se consigue avanzar de verdad.
Un ejemplo de esto es: ¿Quién se ve más desfavorecido ante la ley en caso de violencia doméstica o acoso laboral? Sólo con la denuncia de una mujer a un hombre, este pasa como mínimo 24 en prisión, y después ya se resolverá. Y es el hombre el que denuncia, no ocurre nada. Las leyes, los instrumentos del Estado, los servicios de asistencia, todo está configurado en favor de las mujeres. ¿Es esto justicia social e igualdad?
Es cierto que durante milenios el papel de la mujer ha sido relegado al ámbito doméstico. Y que la mayor parte del maltrato físico y psicológico en el ámbito domestico y del acoso laboral es ejercido por hombres sobre mujeres, pero también sucede al contrario, y nosotros/as estamos mirando hacia otro lado. Parece que la sociedad estuviera buscando un revanchismo injustificado hacia tantos siglos de machismo. Y eso que el machismo está arraigado todavía en muchos de nosotros/as y de forma inconsciente permitimos que se perpetúe, sin fomentar la igualdad de género ni el respeto a la orientación sexual y/o laboral.
¿Existe la justicia social y laboral en este país?, ¿somos todos iguales ante la Ley? Obviamente no, a pesar de que según el artículo 14 de nuestra Constitución afirma que “Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social.”
Lo primero que debemos hacer es dejar de distinguir entre hombres y mujeres a la hora de crear legislación y aplicarla. Todos/as debemos tener los mismos derechos, y los mismos deberes.
Las personas no deben ser catalogadas, clasificadas ni discriminadas por ninguna causa, y mucho menos por su sexo u orientación sexual. Las cuotas jugaron un papel hace mucho tiempo, pero actualmente es un concepto anticuado. Tanto para las administraciones públicas como para las empresas privadas, la contratación debe basarse en los principios de mérito y capacidad, sin mirar nada más.
¿Quieres luchar por los derechos de las mujeres? Pues lucha a tu alrededor por un mundo más justo y tolerante para Todos/as. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy.