Gestiona con mano decidida a tu personal (III). Fidelidad, sanciones y despidos

Por Matías Fonte-Padilla
Si sigues todos los pasos adecuados en la selección del personal, si te encargas de que ese nuevo trabajador tenga una buena incorporación, si supervisas cómo se va adaptando a la empresa y la empresa a él, si vas corrigiendo y mejorando algunos aspectos de forma que ya el trabajador se sienta cómodo y pueda rendir y sentirse realizado… ¿Puedes estar seguro que va a funcionar este trabajador/a en tu empresa?
La realidad es que NO. Aun teniéndolo todo, puede resultar un fracaso su incorporación a tu empresa. Aunque un trabajador tenga todo lo necesario en su puesto para trabajar cómodamente, con sus beneficios, con un buen ambiente laboral, con un horario cómodo, y con un sueldo razonable, puede resultar que no trabaje bien, es más, que a medio plazo suponga un lastre para tu negocio y tengas que desprenderte de él.
¿Por qué ocurre esto? ¿Qué es lo que hace que una persona trabaje 30 años feliz para la misma empresa y otro no dure ni un mes? Se ha escrito mucho sobre esto, pero el factor principal parece ser la interiorización de la empresa como propia por parte del trabajador. Si se logra que el trabajador se fidelice, que sienta el negocio como una parte indivisible de él mismo. Una vez sienta que él o ella forma parte de algo, lo defenderá internamente y hacia el exterior, y trabajará bien, será leal a la empresa y velará por sus intereses. Hay que considerar a cada trabajador como un cliente interno.
¿Cómo lograr un trabajador/a bien integrado? Interiorización y Fidelización. Estos procesos internos y subjetivos son la clave. La dificultad está en que el empresario sepa establecer estrategias efectivas para sus trabajadores/as, de forma que se integren y fidelicen. Como ya sabemos, cada trabajador es una persona compleja, y con un mecanismo único de recompensa/satisfacción. Lo que para unos puede hacerlos más felices en la empresa (pensemos en una música de fondo) para otros será motivo de molestia. Y aunque pudiera parecer que cobrar más dinero funciona como principal elemento de satisfacción de un empleado, la realidad es que cobrar mucho no es un factor determinante en la felicidad y fidelidad a largo plazo de un trabajador. Por supuesto que a todos nos gusta ver como tenemos una nómina abultada, que nos permite subir nuestro nivel de vida, cobrando y gastando a un nivel que antes no era posible. Pero a medio plazo todo trabajador se acostumbra a la nueva cantidad, y ya no le satisface como antes. Si la única recompensa que utilizas en tus empleados es lo que cobran, nunca tendrán límite y llegará un momento que incluso sentirán que están mal pagados.
La clave está en la autosatisfacción de cada uno. Un mismo camarero puede dudar un mes en un restaurante y toda la vida en otro. Todo depende que se produzca un adecuado proceso de integración del trabajador en la empresa. Tiene que sentirse cómodo, que la organización funciona, que está de acuerdo con los valores y la idiosincrasia, que tiene un ambiente laboral bueno, y que puede decir abiertamente a los demás donde trabaja. Este dato es muy importante. Si un trabajador expresa con orgullo donde está trabajando, hay más posibilidades que se fidelice y que trabaje bien. Cuando oyes a alguien diciendo lo mal que está en su empresa, los problemas que tiene, o que sólo se trata de un trabajo temporal, significa que no está a gusto, y como todos nos creamos nuestro propio futuro, llegará el momento que estará tan a disgusto que le surgirá otra oportunidad que considera mejor y se irá.
Hay trabajadores que de entrada aceptan cualquier norma que exista, y se adaptan perfectamente, todo les parece bien. Este trabajador/a no es bueno para tu negocio. No va a luchar por mejorarlo, a medio plazo va a ser infeliz porque no está trabajando a gusto, rendirá de forma mediocre, y terminará deprimido, deprimiendo a sus compañeros/as y a tus clientes. Puede ser que quiera irse, que quiera quedarse contigo eternamente, o que tú lo despidas. Recuerda que eres Tú quien decide.
También hay trabajadores que no aceptan las normas de la empresa, y tratan de crear su propio gueto, su propio espacio, expandirse lo máximo posible, luchando para ello con el jefe, con sus compañeros y con los hábitos ya existentes. Si no logran ganar esa batalla, se irán de la empresa o tendrás que echarlos, y por supuesto lo harán acusándote en público de lo mal jefe que eres. No importa, págales correctamente, un buen apretón de manos y puente de plata. El tiempo pone todo en su lugar.
Por último nombraré a aquellos trabajadores que usan las empresas como parte de su estrategia personal para triunfar. Usarán tu empresa para aprender, para hacer contactos, para utilizar sus medios en su provecho. Serán altamente eficaces, y te harán creer que lo están dando todo por tu negocio. Pero, en cuanto consideren que ya saben lo suficiente y que se han quedado estancados, buscarán otro negocio al que saltar para seguir creciendo. Sólo te puedo recomendar que los aproveches al máximo, que protejas tu información e intereses y que tengas cuidado no hagan algo que te perjudique. Y cuando se vayan, págales correctamente, un buen apretón de manos y puente de plata.
¿Qué hacer cuando un trabajador no rinde cómo debería? Ante todo tienes que tener siempre presente que es TU empresa, con TUS valores y principios, y que no todo el mundo va a lograr adaptarse, por lo que tendrá que buscar otra empresa. Lo que no puedes hacer tú es cambiar tu filosofía en función de cada trabajador/a que contrates. Debes tener en cuenta que existe un proceso de ajuste entre el puesto de trabajo y la persona, y que de ese proceso saldrá un trabajador único e irrepetible, con sus fortalezas y debilidades. Si ves que se aleja de los principios y no te gusta la forma de trabajar no lo dejes pasar, vete ajustándolo, diciéndole todo directamente, en buen tono pero firmemente, que vea que no es una recomendación, sé directo. Si ves que te aporta una buena idea estúdiala, pero serás tú quien decida.
Si después de tratar de que el trabajador vaya incorporando tu estilo y filosofía de trabajar ves que no lo hace, que no lo quiere hacer, dale un toque importante. Todo es actitud, si ves que lo intenta y no puede, ayúdalo; pero si ves que ni siquiera lo intenta cuando no estás delante, ese es un mal trabajador. No dudes en explicarle seriamente como funciona tu empresa. Si tienes que sancionarlo para que lo entienda, quizás funcione la medida, pero ya la confianza quedará dañada. Hay personas que funcionan bien bajo presión, con límites muy estrictos, y que solamente se reconducen por medio del castigo. Tienes que valorar si quieres ese tipo de ambiente en tu empresa, si quieres tener que estar castigando a alguien para que haga bien su trabajo. Yo creo que no vale la pena. Si una persona no se adapta a un puesto de trabajo que has creado ni se adapta a tu organización, no dudes en rescindir el contrato. No será mal trabajador, pero no va a funcionar contigo. Seguro que es más feliz en otro lugar, y tú también sin él/ella dando la lata continuamente. Un fuerte apretón de manos, págale lo que le debes, y puente de plata. Ya llegará alguien que realmente trabaje bien contigo. Tú mismo y tu empresa son más importantes que cualquier trabajador. ●