Empatía y Asertividad, las dos caras fundamentales del emprendedor

Por Matías Fonte-Padilla
Un/a emprendedor/a está obligado a relacionarse continuamente con otras personas, le guste o no. De hecho, podemos considerar las relaciones personales como la base del éxito de cualquier proyecto.
Cada persona posee unas cualidades innatas. Todos y cada uno de nosotros poseemos una serie de fortalezas y también debilidades, ya sea por genética, o por la familia y cultura en la que nos criamos. Ambas son las que definen nuestra personalidad, y también como nos relacionamos con los demás. Somos muy influenciables en las primeras etapas de nueva vida, ya sea en aspectos positivos o negativos, y somos capaces de desarrollar estrategias de defensa incorrectas como respuesta a las amenazas que sufrimos de niños. Simplemente porque nadie nos enseña a manejar nuestras emociones en esas edades.
A medida que crecemos esas cualidades se convierten en nuestras gafas, y con ellas vemos el mundo que nos rodea e interactuamos con él. Si de pequeños adquirimos, por ejemplo, miedo a los animales, nuestro mundo girará siempre huyendo de ellos y también dejando de lado todas las actividades que tengan alguna relación. Y así, aunque en nuestra ciudad podríamos desarrollar un proyecto relacionado con mascotas, jamás lo haremos aunque sea una magnífica oportunidad de negocio. Nuestras creencias, los miedos, los hábitos, nuestra visión del mundo, todos ellos nos limitan, nos encasillan, nos maltratan de tal forma que hunden nuestra autoestima, y también la capacidad para relacionarnos con el mundo, especialmente con las otras personas. Y así nos convertimos en burros con orejeras, donde el único mundo posible es el nuestro, y no aceptamos la visión de los demás.
Lo siguiente que nos define como emprendedores son los hábitos técnicos. Esa serie de habilidades que podemos aprender del mundo que nos rodea, y que nos ayudan a afrontar las situaciones y a relacionarnos con los demás. Podemos aprenderlos por formación reglada o también por experiencia. Entre ellos están la capacidad de dirigir personas, realizar planificación estratégica, dirigir una organización, generar proyectos vendibles, gestión financiera, desarrollar una estrategia comercial, etc.
Y por último, son las metahabilidades las que nos definen como emprendedores. Es decir, esas habilidades personales que proyectadas al mundo empresarial nos dan una ventaja sobre los demás. Ejemplos de ellas son saber relacionarse con otras personas, hablar bien en público, no tener vergüenza ni miedo, tener mente matemática, recordar caras y nombres, ser ordenado, saber vestir para cada ocasión, hablar por teléfono, saber planificarte, hablar idiomas, manejar las herramientas informáticas, etc. Poseerlas marca la diferencia entre que tu negocio y tú como emprendedor avancen, o que ambos queden estancados para siempre.
Dentro de estas habilidades quiero destacar la empatía y la asertividad, y ambas a la vez porque van de la mano. Nos miramos tanto el ombligo, nos creemos tan buenos, que nos olvidamos que los demás son importantes, y renunciamos a relacionarnos bien con ellos, lo cual es desastroso para nosotros como personas y como empresarios. Las relaciones personales y profesionales se resienten y rompen por falta de comunicación.
La empatía es la capacidad de saber escuchar y ponerse en el lugar del otro. Es la habilidad de saber recibir los sentimientos y preocupaciones de los demás, hacer sentir al otro que está siendo comprendido y escuchado activamente, sin necesidad de que tú emitas un juicio ni una solución, que además esa persona no está buscando. Si eres empático no solo escucharás y entenderás al otro, sino que no te sentirás ni atacado ni ofendido por lo que te digan, no saltarás cuando comenten algo que no te gusta, sino que comprenderás que lo único que está haciendo la otra persona es descargarse para poder sentirse mejor. Y tú la ayudas a ello con frases como “te entiendo”, “creo saber cómo te sientes”, “comprendo tu problema”, etc. Cuando haces esto, tanto desde el punto de vista personal como profesional, sientes como la otra parte se siente reconfortada por ti, ayudada, y entonces se estrechará el vínculo que les une, reforzándose la relación personal/profesional con ese cliente o proveedor, trabajador, etc. Hay personas que son empáticas por naturaleza, pero si tú no lo eres, tienes que trabajar muy duro para mejorar este aspecto de tu personalidad.
La asertividad es la capacidad de expresarte a los demás de forma adecuada, en el momento correcto, en el lugar adecuado. Si eres asertivo plantearás tus ideas con seguridad y confianza, pero sin agresividad. Evitarás utilizar un lenguaje que sabes hiere a la otra persona, porque tu objetivo será comunicar, no dañar. Esta habilidad te permitirá ser escuchado, y cada vez mejor, y que tus razonamientos sean tenidos en cuenta. Cometemos el error de querer tener razón, sin darnos cuenta que lo importante no es estar en lo correcto, sino en que haya una buena comunicación y por tanto una buena relación entre ambos. Y aprenderás a callar cuando sea necesario, aunque te dé la sensación de que has perdido, porque la comunicación no puede ser una guerra en que hay un solo ganador, sino un camino para mejorar las relaciones. Recuerda que “eres libre de tus silencios, y esclavo de tus palabras”.
Lo mejor de la empatía y la asertividad es que irás creando relaciones personales y profesionales que se fortalecerán día a día, y no se romperán por discusiones ni malos entendidos momentáneos. Si no las desarrollas vivirás continuamente en una guerra con los demás, en la que el objetivo será ganar cada encuentro, y de esta forma perderás relacionarte profundamente, y solo te ganarás enemigos.
Empodérate con la empatía y la asertividad, y tendrás relaciones duraderas y prósperas. Crea Tu Futuro. Será duro, muy duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●