Decisiones Acción/Reacción: la Impulsividad, un peligro para el emprendedor

Por Matías Fonte-Padilla
La toma de decisiones es un aspecto clave del éxito emprendedor. Sea cual sea la madurez, el tamaño, la antigüedad de un negocio, éste puede triunfar o fracasar en base a las decisiones tomadas por quien ostente la dirección.
En la vida nacemos con un chip incorporado de respuesta rápida, acción/reacción, que es muy útil para nuestra supervivencia diaria. Se trata de un mecanismo a corto plazo, controlado hormonalmente por la amígdala, que sin importar las consecuencias futuras, nos permite tomar decisiones instantáneas. Y así, si nos sentimos atacados actuamos de inmediato, sin apenas pensar. Bajos niveles de serotonina nos hacen también ser más impulsivos. Y la serotonina desciende cuando existen situaciones de estrés, algo habitual en el emprendedor.
El mecanismo de acción/reacción se basa en la presencia de un fuerte estímulo que ha surgido de pronto, sin avisar. Puede ser una noticia, un hecho que nos sucede, etc. Nosotros tenemos una experiencia previa y unos conocimientos, que nos hacen sentir seguros de ser capaces de valorar ese estímulo y, casi inconscientemente, tomamos una decisión con una rapidez increíble. Ejemplos son un grito o cachetada a un hijo, el dejar con la palabra en la boca a alguien, etc. Es ese fuego que te surge del interior y pierdes el control. Muy ligada a instintos primarios, es desproporcionada, e incluso violenta.
Somos capaces de comportarnos de una forma que no sería posible en circunstancias normales, y después nos avergonzamos de ello. Nos puede llevar al desastre profesional y personal, si dejamos que tomen el control de nuestro comportamiento.
El futuro de un pequeño negocio siempre está en el aire, debido principalmente a la falta de tiempo y de recursos . El emprendedor autónomo tiene las manos atadas, todo el día trabajando, y debe actuar sobre la marcha. Decide sin el necesario estudio y posibles alternativas. Confía en su instinto. Así es fácil perder el control, y con ello el negocio. Y además cualquier incidente personal, un problema, una enfermedad, influye directamente en la capacidad y lucidez del emprendedor para tomar decisiones.
Toda decisión supone una acción, y toda acción tiene una consecuencia. Si no quieres una determinada consecuencia, no tomes una decisión, ni hagas una determinada acción. No eres tonto/a. La pregunta clave es ¿Estás dispuesto/a a arriesgarte y aceptar las consecuencias de tus decisiones y actos? Las personas y organizaciones reaccionarán, pero no puedes saber cómo va a ser esa reacción. Así que cuidado con tu lenguaje y tus acciones.
Hay dos tipos de decisiones, las que tomamos en respuesta a un estímulo inmediato y las que son fruto de nuestra reflexión, sin estímulo previo. Ambas recorren caminos diferentes en nuestro cerebro. Podría parecer que las decisiones meditadas y contrastadas son mejores que las impulsivas. El problema reside en la calidad y veracidad de la información. Tener más información no supone mejor toma de decisiones. Todo el mundo miente o tergiversa la información. Consciente o inconscientemente, no decimos la verdad.
El otro problema está en nuestra propia individualidad, vemos la realidad con nuestras propias gafas subjetivas, sin tener una valoración real, salvo que tengamos asesoramiento externo. Pero ¿Quién puede conocer mejor al emprendedor y a su negocio que el/ella mismo/a?
Elegir no tomar decisiones es también tomarlas. Si no reaccionas ante un estímulo, o no tomas una decisión a largo plazo, también estás tomando una decisión. Y ocurrirán consecuencias, quieras o no.
Todas las decisiones que tomes no sólo te involucran a ti. Tu pareja, familia, amigos, trabajadores, proveedores, clientes, a todos/as les afectará. Eso sí, no puedes tomar decisiones pensando en contentar a todo el mundo.
Por lo tanto, lo primero es evitar el sistema acción/reacción. No realices actos que supongan cambios permanente basados en emociones temporales. Si ocurre algo, siéntate, respira, obtén información externa, habla con todas las personas involucradas, pero sobre todo, sal fuera de la escena del crimen. No te quedes dentro del problema para resolverlo y ten la cabeza fría. Un simple paseo puede ayudarte.
El factor tiempo es importante. Necesario para obtener información, reflexionar, y tomar la decisión final. Tomarlas demasiado rápido o dilatarlas innecesariamente son dos grandes errores. Que no sean drásticas, es mejor ir dando pequeños pasos. Y no tengas miedo, es tu enemigo. Las consecuencias de tus decisiones nunca serán tan malas como tu imaginación, gobernada por el miedo, te hace ver.
Una vez tomada una decisión no seas intransigente ni contigo mismo ni con los demás. Mantén la cabeza fría y abierta a nueva información para mantener tu decisión y modular su intensidad. Y si tienes que dar un paso atrás, no pienses que te estás equivocando. No seas cabezota.
Tomar decisiones es muy complejo, y tomarlas en base a tu impulsividad no es bueno. Crea Tu Futuro y disfruta del camino. Será duro, pero será tuyo. Y empieza hoy. ●