“Tenemos que hacer que el público quiera aceite de unas pequeñas islas de en medio del Atlántico”

Manuel Guedes – responsable de marketing de Oro Canario
Hace siete años la Finca Lomo de la Cruz en Agüimes, Gran Canaria, la convirtieron en ecológica Manuel Guedes y Rita Hernández. El hijo de ambos y responsable de marketing de Oro Canario, Manuel Guedes explica a CANARIAS EMPRESARIAL que los olivos centenarios y otros nuevos que se plantaron han producido una oliva que tiene “unos sabores y unos olores muy diferentes a cualquier otra verdial”. El aceite producido y envasado bajo la marca ‘Oro Canario’ ha conseguido recientemente una medalla de Oro y la distinción de Mejor Imagen y Presentación en el ‘I Concurso Oficial Agrocanarias 2016’ organizada por el Gobierno de Canarias.
-La finca familiar en Aguimes la trabajan desde hace 20 años. ¿Pero cultivan olivos desde entonces?
“En esa época, hace 20 años, existían los olivos centenarios, que recuperamos, pero no los utilizábamos para producir aceite. Fue hace siete años cuando empezamos con el proyecto de convertir toda la finca en ecológica. Dentro de esos siete años, durante tres, estuvimos buscando la calidad del aceite antes de salir al mercado, también nos dieron la certificación ecológica, después de haber renovado todo el sustrato de la tierra. Fue entonces cuando ya salimos al mercado”.
-¿Ahora Oro Canario se dedica exclusivamente a la producción de aceite virgen extra ecológico?
“Sí. No cogemos ninguna oliva fuera de la finca, de ningún otro productor, porque al fin y al cabo, cualquier cosa que pueda contaminar la finca, sea químico o que no esté ecológicamente certificado por el ICA, lo rechazamos. Al ser un proyecto de financiación privada, únicamente utilizamos la almazara para nuestras olivas”.
-¿El olivo es un árbol que soporta especialmente este tipo de producción ecológica?
“El olivo no es una planta autóctona de Canarias, sino la trajeron los visigodos y los portugueses hace 400 años con la conquista. Es entonces, cuando la verdial de Huevar, que es del sur de Portugal y de Huelva, se convierte en verdial de Canarias porque se adapta al clima atlántico, al soportar el sol durante todo el día. De esta manera adquiere unos sabores y unos olores muy diferentes a cualquier otra verdial. Solo hay tres zonas en el mundo donde se está recuperando esta oliva”. “El cuidado que lleva el olivo a nivel ecológico es muy especial porque solo usamos productos naturales, por ejemplo, para combatir una plaga usamos polvo de ortiga, o para añadir minerales al árbol usamos algas de mar. Esos productos al no ser químicos, requieren un cuidado”.
-¿La producción debe ser mucho menor que las no ecológicas?
“Eso es un mito. Cuando respetas la tierra el árbol llega a producir entre un 30% y un 40% más que con la producción química. Imagínate que usas un jabón químico para lavarte todos los días, tu piel se defendería contra eso e intentaría cambiar muchas más veces. En la producción química, por ejemplo, hay veces que los arboles están tan contaminados de productos químicos, que empiezan a tirar la oliva para poder defenderse y proteger las hojas. Al final nosotros hemos llegado a tener un 30% más de producción en ecológico que antes cuando estábamos en químico, y eso solamente por el respeto a la tierra. Ser ecológico no significa que los productos sean más caros. En nuestro caso la botella cuesta unos 15 euros, en precio de venta al cliente, porque la oliva verdial hay que recogerla a mano, no permite vibración ni vareo, se debe ordeñar que es el término usado por los agricultores, las personas deben seleccionar la oliva en el árbol antes de cogerla”.
-¿El procesamiento en la almazara también es diferente en el caso de producción ecológica?
“Sí. Una vez que se arranca la oliva, empieza a oxidarse, y por otro lado al no tener productos químicos, no necesitamos lavarla ni dejarla en cámaras. En las producciones químicas, el agua necesaria para limpiarla de esos productos, provoca que se agüe el aceite, y eso produce defectos. Nosotros prensamos el mismo día de recolecta, no dejamos que en el trayecto la oliva se oxide y genere defectos, por eso mantenemos una alta calidad. Y eso no lo decimos nosotros, sino los expertos de la Península a los que les mandamos una muestra cada año, para que lo caten y nos indican cómo regular el precio respecto al mercado”.
-¿Qué ventajas tiene la variedad verdial con respecto a otras como picual y arbequina?
“El problema de la arbequina es que es una oliva muy pequeñita que tiene mucho hueso y poca pulpa, y se necesita tener muchas cantidades para sacar una buena producción. Del peso de una oliva verdial se saca un 20% de aceite; en el caso de una oliva arbequina, se reduce a un 15% de aceite. Además es una oliva muy delicada. La picual estaría en medio, es una oliva resistente pero tarda unos dos años en adaptarse a la tierra volcánica. Nosotros hemos apostado por la hojiblanca, de la cual tenemos plantada unas cinco o seis hectáreas, en donde más de 1.000 árboles están creciendo. Dentro de tres años sabremos cómo se ha adaptado. Por ahora los árboles están creciendo bastante bien”.
-¿Qué ventajas tiene este cultivo del olivo con respecto a otros tradicionales de las islas como el tomate o el plátano?
“El problema del tomate y del plátano es que se trata de cultivos intensivos”. “Necesitan mucha agua, que no hay en Canarias, por eso han nacido las desaladoras y se plantan en la costa, y por eso no son producciones sostenibles y rentables. Necesitan demasiadas ayudas, mucho desgaste de la tierra y no son respetuosas con el medio ambiente. Por otro lado, el olivo es una planta de secano que resiste bastante bien los cambios de temperatura, que al cabo del tiempo se adapta bien y recoge bien los minerales. En cambio, ya hay plantaciones en Marruecos de tomates con la misma producción o mayor que las de Canarias, y con el plátano pasa algo similar. Estos cultivos están tendiendo a desaparecer, porque lo que han hecho es trabajar la cantidad, no compiten en calidad. Tenemos unas islas con extensiones de tierra muy pequeñas y todos aquellos productores que piensen que tenemos que competir en cantidad contra las grandes extensiones de la Península, Italia, Latinoamérica, Marruecos, están totalmente equivocados. Nosotros tenemos que trabajar productos de calidad, productos groumet, que hagan que un público de alto poder adquisitivo quiera un aceite de unas pequeñas islas en medio del atlántico o un plátano del mismo sitio”.
-¿Por qué el cultivo del olivo se ha desarrollado sobre todo en Gran Canaria y no tanto en el resto de las islas?
“En Tenerife, por ejemplo, han sabido adaptar muy bien las viñas y las mieles al clima norteño de la isla; en Fuerteventura, están experimentando ahora con varios cultivos, pese al problema del agua que tienen; y Gran Canaria hace algunos años era una gran potencia en producción de aceite que se llevaba a la Península. Pero en los años 30 y 40 se abandona el campo, se va hacia el turismo que es la nueva producción en masa, un trabajo más fácil, y mejor remunerado. Posteriormente, gracias a personas como mi padre, que son los hijos de esos hijos, que recuperan las tierras, empiezan a generar una nueva labranza basada en el respeto al medio ambiente, como son las producciones ecológicas. Este año no solo nosotros hemos ganado medalla de oro. Otros aceites de origen ecológico, como uno de Fuerteventura, también han conseguido premios. Eso significa que estamos trabajando todos en pro de esa calidad y del respecto a un producto saludable para el consumidor. Hay muchos productores que están volviendo a rescatar la agricultura de calidad. Se están produciendo mieles que se están llevando premios en Italia y en Alemania; gofios de gran valor. No solo se basa en la calidad del cultivos, también en el proceso posterior de producción”.
-La ampliación del cultivo que pretenden hacer en los próximos años, ¿estará dedicada igualmente al cultivo del olivo ecológico?
“Ahora estamos en 12 hectáreas de plantación, en producción este año solo hemos sacado unas 4 hectáreas que es lo que ya teniamos activo, árboles dando aceitunas. Toda esa extensión está fuera de población contaminante, por la que no pasan coches que puedan contaminar la finca ecológica. No hay cultivos circundantes alrededor de la finca, porque estamos en medio de una montaña medio abandonada recuperando ese terreno, y al no haber estado plantada los últimos 40 años, la tierra está perfecta de minerales para poder sacarla dentro de dos años, como producción propia”. ●