No caiga en los errores del emprendedor novato

Las prisas, el desconocimiento o la ingenuidad son obstáculos que debe sortear hábilmente cuando inicia una actividad empresarial por primera vez. Si quiere que su iniciativa tenga un buen comienzo debe evitar los errores frecuentes cometidos por los principiantes, como centrarse obsesivamente en las bondades de un producto olvidando las posibilidades de sacarle rentabilidad; quedarse excesivamente corto en la valoración de los gastos; o ser demasiado optimista en el cálculo de beneficios.
Elabore de forma pausada y meditada un completo plan de empresa. Analice el sector en el que va a operar, la competencia en la zona y cómo aportar valor añadido. Un buen plan de empresa puede salvar una idea poco brillante, pero no viceversa. Estas son algunos de los errores que debe evitar:
-Fe ciega. Tener una fe infundada en una idea de negocio, sin basarse en argumentos que sostengan su viabilidad, puede ser un grave error. Que una idea sea innovadora y buena no garantiza que el negocio que la ponga en práctica fructifique. Su fe no tiene por qué ser la fe del inversor. Debe justificarla, argumentarla y ser el primero en creérsela.
-Excesivo optimismo. Ser exageradamente optimista en relación con la empresa y no tener capacidad de autocrítica y auto exigencia, no sólo es desacertado, sino que además es uno de los principales síntomas de debilidad. Una visión objetiva, pero positiva, es el pilar fundamental del espíritu emprendedor.
-Descartar oportunidades. No desarrollar una idea porque ya la lleva a cabo otro es un error. Si todos actuáramos así, apenas avanzaríamos. Los conceptos revolucionarios no aparecen cada día, pero eso no es óbice para abandonar una idea de negocio. Debe encontrar la forma de mejorar las ideas que ya existen en el mercado y ofrecer un valor añadido.
-No diferenciarse. Si su producto no ofrece un valor añadido, si no tiene algo que lo diferencie y no lo comunica de forma clara, en la práctica será percibido como uno más entre el resto de personas o empresas que hacen lo mismo. La buena noticia es que encontrar ese algo diferenciador no le supondrá apenas esfuerzo y, sin embargo, le ayudará a encontrar y mantener clientes.
-Apuntar demasiado alto. Un fallo muy habitual es empezar pensando a lo grande: una lujosa oficina, el mejor ordenador del mercado, un coche caro que desgrava y da muy buena imagen… Aunque disponga de un colchón para arrancar, es importante empezar con una gestión eficiente de ahorro de costes.
-Autosuficiencia. El emprendedor que, bien por ahorrar costes o por autosuficiencia, pretende abarcarlo todo él solo, está abocado al fracaso. En este afán se encuentra la razón de la mortandad de muchas pymes a nivel mundial.
-Olvidar gastos. Existen unos gastos fijos que no puede pasar por alto, como los impuestos trimestrales que se pagan en función de la actividad y de la plantilla; y la retención de las nóminas de los empleados. Si dirige una empresa que genera beneficios, conviene no disponer del dinero más allá de la nómina que se ha asignado. Para cualquier otro movimiento de cuenta o ampliación de capital hay que contar con la aprobación de los socios.
-Descuidar la contratación. Hay que valorar aspectos burocráticos referidos a la contratación de personal, sobre todo en el caso de incorporar a empleados no residentes que generan otros impuestos.
-Obviar la tardanza de los trámites. Tan importante como conocer los trámites para empezar una actividad, es saber cuáles son sus plazos, algo que a menudo se olvida y luego se traduce en demoras y retrasos, con su consiguiente perjuicio económico.
-Ignorar otras formas de financiación. Se tiende a sobrevalorar la ‘start up’, lo que exime de realidades que tienen que ver con la financiación de la idea y se recurre a la búsqueda de capital propio olvidando vías alternativas. El capital riesgo es una opción, pero los expertos advierten de que a veces sus objetivos económicos no coinciden con los que tiene el emprendedor del concepto de negocio.
-Ignorar a la competencia. Recuerde que la competencia siempre está, y si no es así llegará tarde o temprano si alcanza el éxito. No se deje cegar por el éxito inicial y mantenga los ojos bien abiertos en todo momento para responder a los cambios del mercado. Creerse más capaz y mejor que la competencia es síntoma de soberbia y desconocimiento.
-Fiarse demasiado. Confiar excesivamente en los clientes, por fijos que sean, a la larga afectará a su cuenta de resultados. Debe estar atento a cualquier señal que le indique un cambio de rumbo en la relación con el cliente, pero sobre todo hay que saber decir ‘no’. Es una premisa fundamental para hacer frente a un cliente moroso.
-Obcecarse en el modelo de negocio. El inmovilismo y la rigidez pueden ser tan peligrosos como la dispersión, y no adaptarse al mercado puede ser un grabe error. El plan de negocio se monta sobre suposiciones y no sobre realidades, por eso es necesario estar replanteándoselo continuamente para adaptarlo al día a día. ●