En busca del socio perfecto

Elegir correctamente a un socio cuando se quiere emprender una aventura empresarial es importante. Pero muchos teóricos cuestionan los criterios subjetivos que tienen en cuenta algunos empresarios a la hora de seleccionarlo; critican la frecuente tendencia a unirse a amigos y familiares; y censuran la imperiosa necesidad de asociarse que sienten la mayoría.
Alejandro Suárez Sánchez Ocaña en su libro ‘Ha llegado la hora de montar tu empresa’ afirma que “la elección de un socio debe basarse en criterios objetivos”. Y que “un proyecto con muchos socios o que nace de un grupo de amigos deja de ser tu proyecto y a medio plazo se vuelve ingobernable”.
Para Suárez Sánchez Ocaña los socios perfectos son aquellos que se complementan: los puntos fuertes de uno son los puntos débiles del otro; comparten motivaciones, el ideal del proyecto, así como los objetivos que quieren lograr y el grado de esfuerzo y sacrificio que están dispuestos a hipotecar por ello. Además, tienen el mismo ritmo. La capacidad de trabajo de uno debe ser justa y pareja con el aporte de energía del otro. Deben retroalimentarse. “La complicidad y el trabajo en equipo son claves para unos socios. Si eso falla, lo demás es difícil de construir. Deben compartir valores. Ocasionalmente puede haber dilemas, incluso morales, en el seno de una compañía. Resulta especialmente complejo compatibilizar dos maneras de ver la vida totalmente opuestas”.
Como comenta Alejandro Suárez, “socios ideales hay muchos; lo difícil es encontrarlos. Una persona puede ser el socio ideal para un tipo de negocio y no para otro, o simplemente puede ser el complemento ideal para otro tipo de emprendedor y no para ti”.
Por su parte, Sergio Fernández en su libro ‘Vivir sin jefes’ insiste en el error que supone trabajar con amigos o familiares. Y si esta relación profesional-familiar se produce, recomienda redactar un contrato para evitar la llegada de problemas. Lo justifica recordando que “con amigos y familiares se traspasa con mayor facilidad los límites de las relaciones, debido a la confusión entre roles y personas”.
Este contrato deberá recoger las cuestiones más espinosas, como: quién hace qué y en qué plazos; las responsabilidades de cada uno; en qué consiste el trabajo; y cómo será evaluado.
En función del tipo de relación que se va a establecer será oportuno también determinar qué pasará en el caso de que decidan dejar de trabajar juntos: con cuánto tiempo habrá que avisar; qué pasará con los trabajos que estén en marcha; y de quién serán los clientes. Deberán dejar claro también quién es el que manda o lo que es lo mismo, quién tendrá la última palabra en caso de desavenencia.
Fernando Trías de Bes, en ‘El libro negro del emprendedor’ se refiere en cuatro ocasiones a la elección de los socios. Entre los defectos que cita para ser un mal emprendedor figuran: escoger socios sin definir criterios de elección relevantes; montar una empresa con los socios cuando realmente puede prescindir de ellos; ir a partes iguales cuando no todo el mundo aporta lo mismo; y falta de confianza y comunicación con los socios.
Trías de Bes explica que el emprendedor joven, sobre todo el novel, “se asocia mucho más por miedo que por necesidad real”. Y reconoce que sostener una relación con un socio a lo largo del tiempo es muy complicado, porque “la vida de cada uno evoluciona de manera distinta y hay que compatibilizarla con un mismo proyecto empresarial”. En la pequeña empresa es uno de los factores que explica mayor cantidad de cierres. Y, por otro lado, “es muy importante al asociarte, pactar cómo te separas. Esto hay que hablarlo desde el primer día”. ●