Elogio y crítica del halagador profesional
El halago puede convertir al entorno de trabajo en un infierno o en un paraíso, dependiendo del experto que lo analice. Mario De Marchis, doctor en Ciencias Administrativas, autor del libro ‘Yo, el director’, asegura que los aduladores son “un peligro muy fuerte” para todo directivo, porque resulta enorme la tentación de rodearse de personas que lo alaben, que le digan lo bueno que es, que nunca le hagan ver sus errores, porque además el ego es muy susceptible a creerlo. Por contra, Jennifer Chatman, profesora de comportamiento organizativo en la Universidad de California afirma que la gente que transmite información positiva, que motiva al jefe, que hace que el jefe se sienta bien por las decisiones que ha tomado, que reafirma su confianza, “esa gente lo va a hacer mejor”.
Además, uno y otro coinciden en reconocer que la adulación funciona. Lo confirma un experimento realizado por Lucy Kellaway, redactora del diario británico ‘The Financial Times’. La periodista escogió a seis colegas, cada uno de los cuales habían escrito recientemente algo que ella admiraba y los fue elogiando cada vez más. Comenzó con: “disfruté mucho tu artículo sobre xx”, procedió entonces a la segunda fase: “es decir, me pareció que es un artículo muy inteligente”, y de ahí a: “de hecho, es el mejor artículo que he leído en el periódico o en cualquier otro lugar”, seguidamente terminó con: “yo no sé cómo haces, eres un genio total”. En cada caso, la sonrisa se amplió a medida que aumentaba la dosis, y cuando se llegaba a la última fase se percibía una oleada de placer en la cara de la persona. En tres de los casos, la persona le respondió a Kallaway que ella también era un genio, una observación que inexplicablemente estuvo dispuesta a aceptar sin cuestionar. Por supuesto, la dispensación de adulaciones de forma tan calculada no le hizo sentirse demasiado cómoda, pero sirvió para confirmar que la zalamería es eficaz.
Los detractores del halago, como Mario De Marchis, aseguran que la arrogancia y la soberbia del directivo le hace rodearse de aduladores, generalmente de gente ‘más pequeña’ que él para controlarlos. El problema con ese esquema es que eso le hace hundirse. El experto señala que las compañías del siglo XXI aún muestran características de aquéllas de mediados del siglo XX, centralizadas, burocratizadas, con el culto a la personalidad haciendo estragos; donde lo que más se critica de la administración pública se presenta en la privada, falta de ética, de democracia y de participación de los empleados.
Uno de los principales retos de los directores es “poder entender que el medio ambiente laboral ha cambiado”, señala De Marchis. “En la revolución industrial teníamos obreros a los cuales teníamos que mandar, controlar y supervisar. Hoy en día trabajamos con trabajadores de conocimientos, que tenemos que potenciar, crearles una ambiente donde puedan ser productivos, porque ya no es útil supervisarlos y controlarlos como hacíamos con un obrero. Y sin embargo, eso es muy complejo para una persona que tuvo éxito administrando la sociedad industrial”, explica.
Por el contrario, los defensores del halago valoran positivamente a aquellos profesionales que saben y se ocupan de relacionarse bien con los de arriba. “Un aspecto que muchos cometen el error de descuidar y luego lamentan las consecuencias de no haber trabajado su prestigio hacia arriba. Pero estos profesionales se ocupan de lo suyo, aportan resultados y además cuidan las relaciones como elementos complementarios, no como la esencia de su función”. Llámese adular, halagar o hacerse ver, los expertos dicen que este tipo de comportamientos están obligados a aumentar en el lugar de trabajo, ya que los empleados tienen miedo y quieren conservar sus puestos en momentos económicos difíciles. Es la mentalidad de “no sólo quiero hacer un buen trabajo, quiero que se me vea haciendo un buen trabajo”. Ese comportamiento se incrementa cuando crecen los riesgos, declara Jennifer Chatman.
En otro estudio dirigido por Chatman se señala que quienes buscan empleo y se comportan de modo halagador tienen un 20% más de probabilidades de encontrar un puesto. No hay nada de lo que avergonzarse, declara por su parte Frances Cole Jones, entrenadora profesional y autora de “How to Wow”. En los tiempos difíciles, dice, vaya a trabajar temprano, quédese hasta tarde, acuda a las reuniones y preséntese voluntario para hacer trabajo extra. ●