“Solo un 5% de los plátanos que La Palma produce es ecológico desperdiciando ese nicho de mercado”

Fran Garlaz – de Ecofinca Platanológico
La demanda de alimentación ecológica está en rápido crecimiento a nivel mundial. Y en concreto el producto que más se cultiva en Canarias, el plátano, y en una de las islas donde más se produce, La Palma, solo dedica un 5% a este tipo de plantación. “Se está desperdiciando un nicho de mercado muy importante”, señala a CANARIAS EMPRESARIAL, Fran Garlaz, de Ecofinca Platanológico, que tiene 11.000 metros cuadrados dedicados a este cultivo. Garlaz llama también la atención sobre la soberanía alimentaria. Y explica que gastando lo mismo una finca industrial y una ecológica, “la riqueza va a parar, en el primer caso, a manos de compañías y corporaciones, y en el segundo caso, se reparte en la proximidad, el suministrador de camiones de estiércol, de pinillo o pinocha…”
-¿Qué superficie ocupa la Ecofinca Platanológico?
“A día de hoy ocupa casi 15.000 metros cuadrados y dedicados al plátano unos 11.000 metros cuadrados”.
-¿El coste para mantener una ecofinca es similar al de una fina tradicional ‘industrial’?
“Sí, una vez que establecemos un equilibrio en el sistema, al principio es una inversión. Lo suelo comparar con cambiar un restaurante de temática, uno típico a japonés… En nuestro caso, al principio hemos de meter mucha materia orgánica en el suelo mediante compost y monte picado, entre otras cosas. Luego venimos gastando lo mismo. Lo que diferencia de una manera definitiva, a nivel social, a estas dos formas de producir alimentos es que siendo el gasto igual, el dinero, la riqueza en un caso va a parar, en el porcentaje más alto, a manos de compañías y corporaciones, y en el caso de una ecofinca la riqueza se reparte en la proximidad, el suministrador de camiones de estiércol, de pinillo o pinocha. Se necesita más mano de obra por unidad de superficie”.
-Y el rendimiento, ¿es similar la producción de una finca ecológica?
“En cuanto a kilos podemos estar en torno a un 10,15% inferior, sin embargo los precios para el agricultor son algo más del doble. También los plátanos ecológicos tienen más “vida de mercado” puesto que al tener más minerales y fibra que los convencionales, es decir, menos agua, duran más, además de nutrir más, conservar la biodiversidad, no envenenar al consumidor y hacer crecer la economía local, así como la producción de alimentos a nuestro alrededor. Y eso es muy importante en el camino hacia la soberanía alimentaria”.
-¿Dónde se vende la fruta que produce la Ecofinca Platanológico?
“Llega a Mercabarna, en Barcelona, allí se empaqueta una parte en cestas especiales con otros productos de calidad BIO y se reparte en puntos gourmet de Cataluña principalmente. Otra parte, se distribuye en tiendas bio. Aunque cada vez más se ponen en contacto con nosotros cooperativas de consumidores, productores cadenas bio, para pedirnos nuestra fruta”.
-¿En Canarias y concretamente en La Palma hay muchas fincas ecológicas dedicada al cultivo del plátano?
“Cerca del 5% de los kilos de plátanos que La Palma produce es ecológico. Se está desperdiciando un nicho de mercado muy importante en rápido crecimiento a nivel mundial, así como la oportunidad de ser dueños de la producción de la comida que necesitamos. Insisto en este concepto, y no me explayo ahora en los diferentes motivos que todos tenemos presentes.
Aún así me gustaría distinguir que existen distintas maneras de entender la producción ecológica, siempre dentro de las normas de la certificación. Podemos, simplificando mucho, distinguir desde los que cambian el vademécum de las botellas tóxicas negras, por las botellas eco verdes, hasta los que prácticamente prescinden de la utilización de productos contra la “plaga”, puesto que no existe. Esto es lo que se viene denominando agroecología, que es la recreación de un bosque comestible, un ecosistema en equilibrio con los habitantes locales, en una gran biodiversidad. Desde nuestro punto de vista y experiencia, y claro está que cada uno en su casa hace lo que le place, deberíamos abundar en esta línea».
-¿Los ingresos que le dejan las visitas de turistas y escolares a su finca es una parte importante de los beneficios de su negocio?
«Por desgracia desde Mesopotamia el agricultor, siendo un trabajador imprescindible, ha sido siempre el último mono. Además, los cada vez más frecuentes temporales y desajustes climáticos, así como la falta de agua, los pagamos los agricultores, aunque tengamos seguros. También pagamos los desajustes y malas gestiones de los mercaderes, con bajos precios y picas, entre otras cosas. Y mientras en toda Europa existen ayudas para los agricultores que no son lesivos con el medio, aquí pagamos por hacer agricultura ecológica y los que envenenan no pagan nada».
-¿Tiene previsto ampliar su finca?
«Por ahora estoy metido en varios proyectos y colaboraciones. Me queda mucho por aprender de agricultura y de ecosistemas».